Читать книгу La soportable gravedad de la Toga онлайн

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La señora, harta de desplantes, ninguneos y de cierta soberbia vecinal/parental se cansó y poco menos que me dio carta blanca para sacar toda la artillería jurídica, y como en las antiguas batallas navales gritar eso de fuego a discreción.

No soy de los que gustan de avivar el conflicto, máxime cuando estás dando más munición de la que necesita el cliente para resolver su problema. Ya suficiente polvorín es un problema enquistado en conflictos familiares y excesos vecinales como ponerte a echar gasolina al fuego dando ideas de cómo hacer todavía más daño, al contrario.

Por eso, aun a riesgo de parecer timorato, hice ver a mi clienta que podíamos amagar con una serie de acciones, previo estudio de las posibles ilegalidades, para intentar resolver su problema llegando a un acuerdo, enterrar el hacha de guerra (lo de la pipa de la paz mejor dejémoslo para otro momento de reconciliación), evitando así terminar envueltos en una espiral de denuncias que tardarían años en resolverse entre la burocracia de varias Administraciones con competencias en la materia.

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