Читать книгу La soportable gravedad de la Toga онлайн

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Por eso suelo aceptar todo ofrecimiento a participar como ponente en foros o en mesas redondas, ya que resulta estimulante poder ofrecer tus conocimientos a otras personas y entablar un dia-logo productivo sin el corsé del procedimiento y las rigideces del foro judicial.

Así ocurrió hoy y también ocurrirá dentro de siete días. Participé con dos ponencias en un seminario de actualización de conocimientos para médicos forenses, y la próxima semana pronunciaré una conferencia en una reunión anual de cirujanos plásticos.

Para desmarcarme de otros ponentes –aunque también por pereza informática– evito utilizar presentaciones en power point, y aun sonando presuntuoso siempre me justificó en público con las mismas palabras: “no voy a presentarles imágenes con palabras escritas, voy a intentar con palabras habladas que se representen sus propias imágenes mentales”. Y para rebajar la solemnidad del discurso añado que prefiero que me escuchen a que me lean, que esto no es el cine con subtítulos, y así de paso no se quedan dormidos en la impunidad de una sala en penumbra (confieso que me ha pasado en alguna plúmbea conferencia a la hora de la sobremesa).

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