Читать книгу La soportable gravedad de la Toga онлайн

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Así que resignado, aunque por lo menos aliviado sabiendo que la tragedia no se había consumado, dejé el ordenador encendido y me fui a casa a la inédita hora de las 8 de la tarde.

Y ahora me encuentro garabateando lo que me pasó en mi cuaderno Moleskine, sabiendo que para este tipo de escritura ni el virus de la gripe es capaz de impedir lo que el otro virus, como se llame, inoculado en mi ordenador sí había conseguido, que fue obligarme a cerrar el despacho dos horas antes de tiempo.

No es que los abogados seamos supermanes o mujeres maravilla, inmunes a las típicas enfermedades que hacen caer como moscas de un plumazo a otro tipo de empleados, pero sí es cierto que la kryptonita, que ataca con peores consecuencias nuestra actividad profesional, son esos otros virus informáticos, y como ejemplo el de hoy, que a mí me dejó en fuera de juego (y no la gripe).

16 de octubre de 2018

El efecto VISA

Como aquel anuncio de VISA hay situaciones en la vida del abogado que no tienen precio. Cuento lo ocurrido con un juicio que finalmente hoy no se celebró y así lo explico.

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