Читать книгу El gobierno de la función legal en las organizaciones. Operaciones legales, Innovación y Digitalización онлайн

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Independientemente del tipo de decisión, otra fórmula para asegurarnos de que se toman decisiones correctas de forma ágil es escalar éstas cuando los equipos a los que corresponde decidir no son capaces de llegar a un acuerdo. En ese caso, es una necesidad escalar al nivel adecuado de la organización y hacerlo ágilmente, de manera que sea un tercero el que tome la decisión y lo haga sin demora. En organizaciones más tradicionales no siempre se entiende bien el papel instrumental que juega la escalación de decisiones como arma para imprimir velocidad y eficacia a los procesos internos, y es importante que la Asesoría Jurídica sea proactiva en este aspecto si quiere prestar un servicio ágil, y por tanto de calidad (un buen servicio, si llega tarde, no es bueno).

2.2. El cliente final en el centro de las decisiones

Una de las preguntas que surgen es qué condiciones deben concurrir para que sea razonable e incluso deseable adoptar según qué riesgos. En mi experiencia, un “driver” de la decisión, que ayuda a solucionar muchas situaciones de indeterminación, es confirmar si el riesgo en cuestión merece la pena a la vista de los beneficios que acarrea para el cliente final (el consumidor de los bienes y servicios de la empresa). Si el riesgo es razonable y el beneficio para el cliente final también lo es, nos deberíamos decantar a favor del cliente. Del mismo modo, si una cierta normativa prescribe una fórmula que, en aras de proteger al consumidor, genera una fricción innecesaria a éste, la compañía debería sentirse legitimada para buscar posibles alternativas que sean igualmente efectivas para proteger el interés del consumidor y menos incómodas para él, estando dispuesta a defenderlas si fuera necesario. Otro aspecto en el que la Asesoría Jurídica debe estar especialmente vigilante es evitar empeorar la experiencia del cliente (por ejemplo, mediante condiciones generales largas y farragosas o imponer al cliente que abra y lea las condiciones generales que rigen un servicio antes de poder suscribirse, de manera que le fuerza a abrir y aceptar un texto que muy probablemente no lea de todas formas) con el único o principal propósito de proteger a la compañía de posibles responsabilidades jurídicas. En la práctica, una fórmula que suele funcionar muy bien es que la Asesoría Jurídica colabore con otros equipos próximos a los clientes finales, tales como Servicio al Cliente, para verificar si el texto y la presentación de las condiciones generales facilitan una experiencia positiva en cuanto a fácil comprensión, brevedad, empleo de términos comprensibles, etc.

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