Читать книгу Más allá de las caracolas онлайн
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—Estoy asombrada y fascinada —dije mientras me abrazaba a ella—. Vaya rincón que habéis preparado. Me están dando ganas de quedarme a vivir aquí.
—Sabía que te gustaría —respondió abrazándose también a mí.
A pesar de lo feliz y relajada que me sentía, no podía dormir. Contemplé el techo de la gruta, débilmente iluminado por la luz del fuego, así como las figuras que el movimiento de las llamas y las sombras dibujaban sobre las rocas, e intenté imaginar a nuestros antepasados viviendo en las cuevas prehistóricas y la importancia que tuvo que tener para ellos el descubrimiento del fuego. Después repasé todos los acontecimientos de aquel día y miré a Nina, que dormía plácidamente con su cabeza apoyada en mi hombro, su pierna sobre la mía y abrazada a mi cintura. Contemplé su cara y otra vez la emoción asomó a mis ojos. No podía creer que la tuviese allí, entre mis brazos. No podía creer que ella me amase. Pensé que quizás era un deseo pasajero. Volví a mirarla… No, estaba segura de que no era pasajero, porque después de nuestros momentos de fogosidad y locura pasional había comprobado su ternura y había sentido que estábamos unidas por algo más que el deseo. Sentía en mi interior algo que no acertaba a definir, una especie de extraña energía que me unía a ella, como un invisible cordón umbilical que iba mucho más allá del ansia sexual. La besé suavemente en los labios para no despertarla. Al poco rato debí de quedarme dormida.