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—Demasiados quizás —respondí mirándola con interés—. ¿Nunca has investigado o intentado averiguar cuál de esos quizás es la respuesta? ¿O quizás tú ya la conoces? —pregunté de nuevo, volviendo su cara hacia mí.

Nina me dirigió una de sus profundas miradas y sonrió, pero no respondió. No quise insistir. Había entendido lo de los tiempos, pero la abracé con fuerza. Entonces tomó mi cara entre sus manos y mirándome a los ojos añadió enigmáticamente:

—Es posible que la respuesta esté en uno o varios de los quizás. Es posible que sea un poquito de cada cosa.

—Eres especialista en excitarme y ahora estás excitando mi curiosidad.

—Sé paciente. Hay que subir los peldaños de uno en uno. Antes de responder a tu curiosidad sobre todo lo concerniente a esta gruta, debes aprender otras cuestiones. Pero prepárate, porque tendrás que tomártelo muy en serio. Y no va a ser fácil.

—¿Te refieres a lo que tú llamas el camino?

—Sí, pero quiero que si lo inicias sea con total libertad y porque realmente deseas hacerlo. No debes permitir que nada ni nadie interfiera en tu libre decisión. Debes meditarlo muy profundamente y dejarte guiar por tu corazón.

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