Читать книгу Más allá de las caracolas онлайн

122 страница из 126

—De vez en cuando, sobre todo en invierno, pues el baño es mucho más agradable.

—Intuyo que no toda la aldea conoce esta gruta, ¿verdad?

—¿Por qué intuyes eso?

—Porque si yo descubro un entorno tan vulnerable como este, intentaría mantenerlo en secreto para protegerlo aunque con ello violentase en cierto modo la confianza y la hermandad que existe en la aldea.

—Sí, así es. Tuvieron que sopesar y meditar el dilema, pero nuestros antepasados decidieron que, por encima de todo, primaba la protección de este espacio. Así que, hace ya un montón de años, todos los habitantes de la aldea hicieron un juramento de silencio para salvaguardar este entorno. Y ese secreto se ha ido transmitiendo solamente a las personas que, según el Consejo de los Mayores, estaban lo suficientemente preparadas para seguir protegiendo este rincón de la naturaleza. En realidad, salvo los niños y adolescentes, el resto lo conoce y protege, aunque algunos venimos más que otros.

—Sí, lo entiendo. No quiero ni imaginarme cómo habría acabado todo esto si llega a oídos de algún empresario turístico sin escrúpulos que solo piensa en el beneficio. Habrían destrozado la costa y no sé qué hubiera sido de la aldea. Gracias por haber confiado en mí. Te aseguro que seré una guardiana más de esta maravilla. Y gracias también por esta sorpresa y por haberme regalado estos dos mágicos días.

Правообладателям