Читать книгу Más allá de las caracolas онлайн

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Nina se dio cuenta y fue ella la que respondió al joven. Le pidió el fichero de títulos y, tomándome del brazo con delicadeza, me llevó hasta una mesa, donde nos sentamos para elegir los libros que quería llevarme. Mi desplome emocional hizo surgir mi orgullo racional y conseguí reunir fuerzas para sobreponerme: «Solo me faltaba ponerme a llorar para terminar de hacer el ridículo», pensé con rabia y con un nudo en la garganta.

Y aunque me costó, logré mirar el fichero y elegir, casi al azar, otros tres títulos. En ese momento me daba igual, solo quería pasar el trámite y salir a la calle aunque esa salida no solucionase nada, puesto que, lógicamente, ella iba a salir conmigo. Al acabar de escribir en el formulario el título de los libros que quería, Nina, consciente de mi vulnerabilidad y mi tristeza, no dejó que me levantase. Me cogió las manos y me miró, esta vez muy seria. Sentí la energía de sus ojos penetrar en los míos y, tras unos segundos, de la manera más desconcertante, sentí, poco a poco, que la serenidad iba entrando en mi interior mientras me dedicaba una sonrisa tranquilizadora y tierna.

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