Читать книгу Más allá de las caracolas онлайн
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No podía creer que del estado en el que me encontraba hacía media hora Nina hubiese logrado aquel milagro. Me sentía como si hubiese salido de un ejercicio de relajación. Nos levantamos, recogimos los libros y, dada la hora que era, nos dirigimos al restaurante donde habíamos quedado con Amanda y Miguel. Durante el camino, de una forma espontánea, me cogí del brazo de Nina, quien me miró, apretó mi brazo contra su cuerpo y sonrió. Cada vez era más fuerte mi convencimiento de que aquella mujer no solo veía mi interior, sino que conseguía hipnotizarme con sus palabras. Pero era feliz. No obstante, sabía que mis miedos seguían solapados en algún rincón de mi mente. Pero allí, en aquel momento, con ella a mi lado, me sentía alegre y feliz.
La comida fue muy amena. El local era muy acogedor; tenía un pequeño jardín en la parte posterior, donde nos prepararon una mesa a la sombra de un gran roble. Todos estuvimos bastante parlanchines, sobre todo yo, haciendo que Amanda me mirase a veces entre extrañada y divertida, pues nunca me había visto así. En algunos momentos me di cuenta de que me miraba a mí, miraba a Nina y sonreía con un gesto pícaro, como si hubiese descubierto algún secreto.