Читать книгу Sin miedos ni cadenas. Lecturas devocionales para damas онлайн
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Estamos tan familiarizadas con estos nombres al leer a Biblia, que olvidamos que antes de entrar en el canon no fueron más que apodos; resúmenes de una vivencia única entre el Creador y la criatura. Si tuvieras que darle un apodo a Dios para conmemorar un momento especial, ¿cómo lo llamarías?
Yo lo llamo “el Reciclador insuperable”. Dios puede tomar lo peor de mi vida, de mi pasado o de mis decisiones, y aun así crear belleza. Allí donde huele a estiércol, Dios fertiliza. Allí donde soy débil, Dios siembra para su gloria. Yo lo llamo “el Sustentador de mi destino”. Es quien me recuerda que la batalla le pertenece a él, no a mí. Es quien abre ríos en los sequedales y trae vida a mis valles de huesos secos. Yo lo llamo “El tierno”. Es el que hace que mis amigas me llamen por teléfono justo cuando me siento triste.
Dios no quiere una relación formal y distante contigo. Él quiere una relación tan cercana que podamos tener historias y apodos compartidos.
Señor, gracias por ser el reciclador insuperable; por ser quien redime mis errores y aun mi pasado, quien me devuelve los años devorados por el miedo y la soledad. Gracias por ser el sustentador de mi destino, quien pelea mis batallas y defiende mi honor. Gracias por ser tierno; por usar cada detalle para recordarme cuánto me amas.