Читать книгу Sin miedos ni cadenas. Lecturas devocionales para damas онлайн

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Varios años atrás, visité la imponente Catedral del Cusco, en Perú. Nuestro guía nos mostró una pintura de la Última Cena y preguntó: “¿Quién puede reconocer lo que los discípulos están comiendo?” Cuando nos cansamos de intentar adivinar, nos dijo que los discípulos estaban comiendo cuy y bebiendo chicha, un menú típicamente peruano. Pero eso no era todo: Marcos Zapata, el artista, también retrató a Judas Iscariote con el rostro de Francisco Pizarro, el codicioso conquistador español que asesinó a Atahualpa. ¡Marcos Zapata pintó una Última Cena peruana!

Hay una pintura similar dentro de cada uno de nosotros. El contexto histórico, social y cultural en el que vivimos distorsiona el retrato de Jesús que pintamos en el lienzo de nuestro corazón. Llega un momento en el que tenemos que desaprender algunas de las ideas de nuestra niñez espiritual, para verlo más claramente. ¡Exactamente esto es lo que los discípulos hicieron camino a Emaús! Cuando renunciaron a Jesús como un rey temporal que vencería al Imperio Romano, pudieron reconocerlo como Rey de reyes.

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