Читать книгу Sin miedos ni cadenas. Lecturas devocionales para damas онлайн
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Recuerdo haber leído la historia de una mujer refugiada que escapó del caos de su país con sus tres hijos. Las pertenencias de los cuatro cabían en una pequeña mochila, que ella cargaba en su espalda. Mientras viajaban a pie, a merced de los traficantes, un hombre vino y robó los pasaportes de todos. Si no podían comprobar su identidad, no podrían cruzar la frontera. La madre oró, desesperada. Milagrosamente, pudieron recuperar sus pasaportes y llegar a destino a salvo.
Satanás usa la misma técnica que los traficantes. Él sabe que si puede robarnos la identidad nunca llegaremos a destino. Sin embargo, la Biblia es nuestro pasaporte y declara claramente quiénes somos: somos hijas de Dios (Juan 1:12). Fuimos compradas por un gran precio y le pertenecemos a él (1 Cor. 6:19, 20). Somos miembros del cuerpo de Cristo (12:27). Fuimos escogidas y adoptadas como hijas de Dios (Efe. 1:3-8). Fuimos redimidas y perdonadas de todos nuestros pecados (Col. 1:13, 14). Somos libres de toda condenación y nada puede separarnos del amor de Dios (Rom. 8:31-39). Estamos escondidas con Cristo en Dios (Col. 3:1-4). Dios completará la obra que comenzó en nosotras (Fil. 1:6). Somos nacidas de Dios y el enemigo no puede tocarnos (1 Juan 5:18). Somos una rama de Cristo Jesús, la Vid verdadera, y su amor fluye a través de nosotras (Juan 15:5). Fuimos escogidas para dar buenos frutos (Juan 15:16). Somos el templo de Dios (1 Cor. 3:16). ¡Esta es nuestra verdadera identidad! Esto es lo que Dios dice cuando habla acerca de nosotras. Si aceptamos cualquier otro discurso, estamos adoptando una identidad falsa.