Читать книгу Sin miedos ni cadenas. Lecturas devocionales para damas онлайн

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Tan solo doscientos años después de que Josué guiara al pueblo de Israel a tomar posesión de la Tierra Prometida, los israelitas se olvidaron de Jehová y comenzaron a adorar a los ídolos cananeos. En ese contexto de idolatría y opresión, Dios llamó a una mujer para guiar a su pueblo: Débora. Y Dios le dio una misión doble: como profetisa y como jueza. En A Prophet Among You [Un profeta entre vosotros], T. Housel Jemison comenta: “Débora sirvió en un cargo prominente, ya que hombres y mujeres venían de muchas partes de Israel para consultarle acerca de sus problemas y obtener un juicio. Su reputación no estaba fundada solamente en el hecho de que emitía un buen juicio, sino que era reconocida por todos como profetisa del Señor”. Estoy absolutamente convencida de que Débora no podría haber cumplido con su misión sin fortaleza. Débora se sentaba bajo su palmera a juzgar al pueblo. Cuando los israelitas le traían sus disputas y querellas, ella las resolvía con justicia, sabiduría y gran fortaleza de carácter.

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