Читать книгу Sin miedos ni cadenas. Lecturas devocionales para damas онлайн

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La culpa falsa hace que pidamos perdón por el mismo pecado setecientas veces, o que nos sintamos responsables de cosas que están fuera de nuestro control. Nos roba la identidad de hijas de Dios (o la suspende hasta que “seamos mejores”). Nos aleja de Dios y nos llena de preocupación y miedo. Básicamente, lo que estoy diciendo es que la culpa falsa es un enemigo de Dios. ¡Debemos combatirla! Es importante comprender que sentirse culpable no es lo mismo que ser culpable. Aunque a veces los sentimientos de culpa y la culpabilidad se superponen, no siempre sucede así. Podemos sentirnos culpables porque alguien nos manipula, o porque tenemos expectativas irreales en cuanto a nuestra capacidad como madres o profesionales (“Yo nunca debería…”, “Yo siempre tengo que…”).

Cuando te sientas tapada por un alud de culpa, acércate a Dios y pídele que te examine: “Señálame cualquier cosa en mí que te ofenda y guíame por el camino de la vida eterna” (Sal. 139:24, NTV). Muchas veces tenemos miedo de orar así porque creemos que recibiremos un juicio condenatorio. ¡Pero esta es una mentira del enemigo! Si realmente hay culpa en nosotras, Dios nos perdonará y absolverá completamente. Si no la hay, Dios nos guiará por el camino de la vida eterna y nos liberará del peso de una culpa innecesaria. Si no logras distinguir la voz de Dios, conversa con un cristiano maduro que viva en la gracia y que pueda ayudarte a comprender si la culpa que sientes tiene algún fundamento real o no.

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