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Figura 1. Primer boceto de mi estructura de operación en la vida

Después de la segunda conferencia del programa Avanzado de Coaching de Newfield Consulting y habiendo habitado constantemente la emocionalidad que se generó después del primer centramiento – espacio de concentración y propiocepción, casi una pequeña meditación – que realizó Alicia Pizarro en donde teníamos que abrazarnos y mecernos – Claves importantes en el desarrollo de este trabajo, el amor propio y la compasión –, comencé a conectar mucho con el trabajo del Proyecto de investigación Ontológica y me puse a diagramar lo que había construido hasta el momento, de ese ejercicio nació la figura 1.

En el camino de la Certificación encontré que La Rabia y sus acciones son detonadas cuando soy vulnerado o inclusive, agredido; muchas veces esta agresión a los ojos de otros no es tan fuerte como para justificar mis acciones, pero para mí es una agresión directa al ser que soy, así que inmediatamente esta sale y se dispara sin filtro alguno, por lo tanto cuando mi ser es visto de una u otra manera, en la mayoría de las veces negativo, inicia el proceso que he evidenciado - quiero incluir que el origen probable del ser visible, de querer que me vean, del ser importante y vinculado, viene de mi familia, mi núcleo familiar, papá, mamá, hermana y sobre todo de mi niñez, de alguna u otra manera quizás aprendí a llamar la atención para ser visible, y por eso cuando vulneran este espacio tan difícil de encontrar en el pasado para mí, se genera una agresividad enorme que dispara lo que siento que es la rabia para mi hoy en día – Esto que menciono tiene un espacio rico de entendimiento, pareciera que fue instaurado un sentimiento de inferioridad, de evidenciar que se podría generar algún tipo de abuso para aprovecharse de mí y desde acá es que se gatilla la rabia como mecanismo de defensa. Todo inicia cuando este ser visible al mundo sufre algún tipo de violación a su espacio o simplemente no es visto por los demás; debo llamar la atención y para esto inicio un proceso de escoger cuál rol juega mejor el papel para iniciar, cuál es más útil y necesario para la ocasión, así que inmediatamente me vuelvo víctima o victimario, asumo el rol con naturalidad y fuerza; si soy victimario, soy el villano, el prepotente el grosero, intimidador, el que pone el cuerpo fuerte, desafiante, los ojos salen para enfocar al “enemigo” a quien hay que agredir, inclusive noto una fuerza importante que va en las manos, a los puños, para mostrar un indicio de ataque, y aparece quien quiere competir, no asociarse ser el único.

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