Читать книгу Sobre hombros de gigantes онлайн

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Entusiasmado por las posibilidades que, intuía, podrían abrirse si se atrevía a correr algunos riesgos, aprovechó su tenacidad y su genio para enfrentar un desafío que parecía, en esa época (1950), inalcanzable. A principio de los años 40, un grupo de investigadores había demostrado que si un ratón recibía una dosis letal de radiación a todo su cuerpo y después una transfusión de células de la médula ósea de algunos hermanos de camada, no fallecía por efecto de la radiación sino que regeneraba toda su sangre a partir de la del donante. Como el efecto de la radiación sobre la médula ósea estaba descrito, Thomas postuló que esta podría ser una manera de tratar la leucemia, un cáncer cuyas células son sensibles a la radiación. Así dicho parece casi sencillo, pero reproducir este experimento en humanos requería de conocimientos que hasta entonces no se tenían:

•Cuál era la dosis máxima tolerable de radiación o de quimioterapia para una persona;

•Cómo se inyectaría la sangre de la médula ósea para conseguir que las células madre proliferaran en el paciente;

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