Читать книгу Sobre hombros de gigantes онлайн

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Felipe se recuperó rápido. Le creció pelo nuevo como de recién nacido, volvió a ser el niño de antes y pocos meses después entró al colegio. Una vez al mes Hugo y Sandra lo llevaban a control médico y exámenes de sangre. Todo parecía avanzar a la perfección hasta que en octubre de 1989, un año después de su diagnóstico, las células leucémicas volvieron a aparecer en su sangre y en su médula ósea. Felipe estaba en recaída. Todos quedamos devastados, mirábamos a Felipe que se sentía perfectamente normal y no entendió lo que pasaba hasta que sus papás le dijeron que tenía que volver al hospital. A sus cortísimos cinco años, Felipe se quebró y su decepción fue para todos nosotros un duro golpe.

La leucemia recae o recidiva porque algunas células malignas se hacen resistentes a los químicos que usamos para atacarlas. Todas las que son sensibles mueren, pero estas células resistentes permanecen y vuelven a reproducir la enfermedad. Por eso las recaídas son un evento muy grave y las posibilidades que tiene un niño de curarse después de ella son mucho menores que la primera vez. Necesitan un tratamiento mucho más enérgico que, en el caso de la leucemia, implica volver a aplicar quimioterapia para obtener una nueva remisión y después realizar un trasplante de médula ósea. Para Hugo y Sandra fue comenzar de nuevo como si todo lo anterior no hubiera servido de nada. Peor todavía, se dieron cuenta de que esta situación era mucho más peligrosa que la anterior. Aun así siempre me hicieron sentir plena confianza en que yo haría lo correcto para curar a su hijo. Recuerdo largas conversaciones con Hugo en el pasillo del hospital, reflexionando sobre la enfermedad y el tratamiento.

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