Читать книгу Un rayito de luz para cada día онлайн

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Por todo eso, muchos compañeros le tenían celos. A diferencia de Federico, eran descuidados y malos estudiantes; solo querían bromear y perder el tiempo. Un día la maestra notó que Federico prefería quedarse en el aula leyendo un libro en lugar de salir a jugar, y comprendió enseguida que sus compañeros no lo incluían, aunque él era amigable y servicial.

En ese país solían rendirse exámenes anuales, evaluados por región. Las profesoras incluso intercambiaban colegios para no ayudar a sus propios alumnos en los exámenes, y que el resultado fuese muy objetivo y real. Cuando se anunciaron estas fechas, todos comenzaron a inquietarse, pues eran muy conscientes de que no sabían lo suficiente, especialmente en las áreas fundamentales: Matemáticas y Lengua.

Hablaron entre todos de la posibilidad de prepararse con profesores particulares. ¡Estaban tan atrasados! Pero se les ocurrió una mejor idea. ¿Quién mejor que alguien de su edad para ayudarlos? Alguien que les explicara todo lo que tenían que saber y rápidamente, pues las fechas se aproximaban. Cuando pidieron la ayuda de Federico no sabían cómo reaccionaría.

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