Читать книгу Un rayito de luz para cada día онлайн
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Un día teníamos que hacerle un estudio en el que debían sacarle sangre, para poder llevarlo a otro país. Al regresar a casa necesitaba cariño, pues estaba dolorido por la pinchadura de aguja; pero lamentablemente teníamos que salir rápido pues teníamos un compromiso. ¿Qué pasó? Duke se escapó. Al regresar a casa y no verlo... ya imaginarán nuestra tristeza.
Esa noche lo buscamos hasta las tres de la mañana. Dormimos un par de horas y a las seis volvimos a salir. Preguntando y preguntando por todos lados si lo habían visto, un veterinario de la zona me dijo que ponga el anuncio de “perdido” en las redes sociales. Luego, él mismo me ayudó a hacerlo.
Mi esposo ya había preparado cartelitos con la foto de Duke, y mis ojos estaban muy hinchados de tanto llorar. Simplemente me reprochaba haberlo dejado. Él había ido detrás de nosotros y no supo cómo regresar. Orábamos pero no aparecía. Pasaron casi doce horas y nos enviaron un mensaje diciendo que en una dirección alguien había visto un perrito parecido al de la foto publicada. Fuimos volando a esa dirección. Miré, pero no vi nada. Llamé, y nada. En eso apareció, entre las plantas del jardín, ¡allí estaba nuestro Duke! ¡Cómo lo abracé! ¡Qué encuentro fue ese!