Читать книгу Un rayito de luz para cada día онлайн

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Fuimos repartiendo los libros, invitando a las personas a leerlos y a ver cómo Dios puede actuar en sus vidas. En un momento entramos a un negocio de comestibles. Emily y Melissa le explicaron a la dueña de qué trataba el libro, y ella quedó encantada con el trabajo misionero. Entonces, tomó algo de los estantes y les regaló a las misioneritas. ¿Qué crees que era? No eran ni caramelos, ni bombones, que suelen ser cosas pequeñas que la gente regala a los niños. ¡Eran dos botellas de agua! Una para cada una.

Nos llenó de emoción ver el tierno amor de Dios para con nosotras. Ni siquiera habíamos orado pidiendo agua. Pero el Señor ya sabía que dos de sus pequeñas hijas tenían sed y suplió su necesidad.

Nuestro versículo de hoy habla exactamente de eso: de cómo Dios sabe qué necesitamos antes aún de que lo pidamos en oración. Antes de que le cuentes tus problemas, tu Amigo ya está pensando en cómo ayudarte.

Entonces, ¿para qué pedir, si Dios ya conoce todo? Recuerda lo que escribe la hermana Elena de White en su libro El camino a Cristo, página 79: “La oración no baja a Dios hasta nosotros, sino que nos eleva hasta él”. No es que el Señor necesita que hagamos nuestra “lista de compras”, como esas que hace mamá o papá antes de ir al supermercado o la feria. Dios ya lo sabe.

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