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Durante el transcurso de su ministerio, Mark se dio cuenta de que los Kwakiutl eran muy generosos. ¿Cómo podía ser que no supieran decir “gracias”? En su momento, supo el porqué. Cada vez que alguien era objeto de un acto de bondad, esa persona a su vez lo retornaba con otro acto de bondad. Por cada favor, los Kwakiutl respondían con otro favor, en ocasiones superior al que habían recibido. Es decir, demostraban su gratitud, no con palabras, sino con hechos.

Curiosamente, la costumbre de los Kwakiutl armoniza con la manera en que el Diccionario de la Real Academia Española define “gratitud”: “Sentimiento que nos obliga a estimar el beneficio o favor que se nos ha hecho o ha querido hacer, y a corresponder a él de alguna manera”. Es decir, por un lado, la persona agradecida reconoce que ha sido objeto de un acto de bondad; por el otro, corresponde a ese favor de alguna manera.

¿Cuán agradecido eres? En primer lugar, pensemos por un momento en las bendiciones que a diario recibimos.

¿Hay pan en nuestra mesa? ¿Hay un techo que nos cobije? ¿Tenemos un trabajo que nos provea el sustento? ¿Una familia que nos quiere? ¿Buenos amigos? ¿Un Padre celestial que nos ama entrañablemente? La lista es interminable.

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