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No puedo imaginar los sentimientos que invadían al apóstol Pablo mientras, desde la cárcel en Roma, escribía las palabras de nuestro texto de hoy a Timoteo: “Demas me ha desamparado [...]. Solo Lucas está conmigo”. Es curioso. Cuando el apóstol Pablo escribió a los cristianos de Colosas, Lucas y Demas enviaron saludos a sus hermanos en la fe (ver Col. 4:14). Cuando escribió a Filemón, Pablo habla de Lucas y de Demas como “mis colaboradores” (vers. 24). Pero cuando escribe a Timoteo, dice: “Solo Lucas está conmigo”.

¿Qué pasó con Demas?

No tenemos los detalles. El apóstol solo dice que Demás lo desamparó, “amando este mundo”. ¿Qué te pasó, Demas, después de haber comenzado tan bien? ¿Fueron los atractivos de la gran ciudad? ¿O fueron las cadenas de Pablo?

Quizás otros factores contribuyeron a la apostasía de Demas, pero si lees el capítulo 1 de 2 Timoteo, compruebas que, además de Demas, hubo otros que también abandonaron al encarcelado apóstol, tal como él mismo lo señala: “Ya sabes que me abandonaron todos los que están en Asia, entre ellos Figelo y Hermógenes (2 Tim. 1:15-18).

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