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¡Cuán diferente el ejemplo que nos dejó el Señor Jesús! ¡Su corazón rebosaba de compasión por cada ser humano! ¡Esa era su motivación al servir! Esa fue también la razón por la que dejó el cielo, y por la que murió clavado a una cruz. ¿Deberíamos nosotros cumplir la misión que él nos dejó con una motivación diferente?

Bendito Jesús, lléname hoy de tu Santo Espíritu. Así mi única motivación al servirte será la gloria de tu santo nombre, ¡porque solo tú eres digno de llevar la corona!

13 de marzo

¡Gracias!

“Todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él” (Colosenses 3:17).

¿Conoces a alguna persona que nunca dice “gracias”? En su libro I Heard the Owl Call My Name [Escuché al búho decir mi nombre], Margaret Craven menciona el caso, no de una persona, sino de todo un pueblo, que no dice “gracias”. Se trata de los indígenas Kwakiutl, en la costa noroeste del Pacífico.

Cuando Mark, un joven misionero, fue enviado a servir en ese territorio, fue advertido al respecto: “Hay algo que debes entender”, le dijeron: “ellos no te van a dar las gracias. La palabra “gracias” no existe en su idioma (p. 20).

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