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¿Algún parecido con lo que Dios ha hecho contigo y conmigo? Por nuestra rebelión perdimos todo derecho a estar en el palacio real, pero gracias a que Dios es “misericordioso y piadoso; tardo para la ira y grande en misericordia y verdad” (Éxo. 34:6), ¡hemos sido invitados a vivir en la casa del Rey, y a comer a la mesa del Rey!
¿Se puede pedir más?
Te alabo, Padre, porque, fiel a tus promesas, me has tratado con misericordia; y porque a pesar de no merecerlo, me has invitado a comer a la mesa del Rey. ¿Cómo puedo expresarte, oh Padre, lo mucho que agradezco este honor?
9 de marzo
Como un aguijón
“Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar de coces contra el aguijón” (Hechos 26:14).
“Dar de coces contra el aguijón”. ¿A quién se le puede ocurrir? La palabra “aguijón” en este pasaje es una traducción del griego kéntron, el extremo puntiagudo de una vara con que se picaba a los bueyes para que apuraran el paso. ¿Captas la idea? ¿A quién se le podría ocurrir dar puntapiés a una vara puntiaguda? ¡Es como si uno mismo se diera “cabezazos contra la pared!” (Hech. 26:14, NVI).