Читать книгу Nuestro maravilloso Dios онлайн
150 страница из 175
Obviamente, la expresión “dar de coces contra el aguijón” es figurada. Cuando, en el camino a Damasco, Jesús se apareció a Saulo –entonces perseguidor de la iglesia–, le dijo algo así como: “¿Qué sentido tiene lo que estás haciendo al perseguirme? ¡Lo único que logras con esto es herirte a ti mismo!” El significado es claro: al igual que el agricultor aguijonea al buey para apremiarlo, así Jesús, por medio del Espíritu Santo, había estaba “pinchando” el corazón de Saulo desde hacía algún tiempo. Pero él se resistía. El resultado era que le estaba resultando doloroso, e incluso absurdo, seguir dando “coces contra el aguijón”.
Muy interesante resulta saber que la forma verbal que se traduce “dar coces” también puede traducirse “seguir dando coces”. Este hecho hace pensar que por un tiempo Saulo había estado resistiendo los llamados del Espíritu Santo; y que cuando finalmente reconoció en el Resucitado al Jesús que él tan fieramente perseguía, su conversión no fue tan repentina como parece. Fue, más bien, el resultado de un largo proceso.