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Dios espera que hoy dejemos brillar nuestra luz, no importa cuán pequeña parezca. Un solo talento, usado fielmente para la gloria de Dios, puede lograr más que cinco usados solo para engrandecer nuestro ego. Sin embargo, si queremos brillar para Cristo, antes hemos de estar en comunión con él. Cuanto más tiempo pasemos en su presencia, tanto menor será la posibilidad de que nos rodeen las tinieblas de la depresión y el desánimo.

La razón es muy sencilla: la luz en las tinieblas resplandece.

Hoy quiero, Padre celestial, brillar para Jesús, de modo que otros conozcan el precioso tesoro que he encontrado en mi Salvador. Quiero que tu luz resplandezca en mi vida, no importa cuán densas sean las tinieblas que me rodeen.

1° de febrero

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“Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; lo pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre. Me invocará y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y lo glorificaré. Lo saciaré de larga vida y le mostraré mi salvación” (Salmo 91:14-16).

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