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Las autoridades sanitarias de la época se encargaban de arrasar, prácticamente, las viviendas de los afectados, so pretexto de desinfectar el lugar. El recuerdo de los cuerpos de sus padres, cubiertos con cal viva, acomodados en los cajones mortuorios como restos humanos execrables, los acompañó toda la vida. La casa paterna, que los regocijara en su niñez, estaba vacía y destrozada por los efectos de una despiadada desinfección, incapaz de respetar la paz de los muertos.

Vizzini, una colonia fundada por los griegos arribados en pequeñas embarcaciones desde el este, 800 años antes de Cristo, había quedado atrás. Ragusa se abría, entonces, como una tierra promisoria para aquellos dos hermanitos que aún no entendían qué había sucedido. Giovanni Verga, el célebre autor de la novela en que se basa la magnífica ópera la Cavallería Rusticana, también emigró desde Vizzini a la ciudad de Milán, como tantos otros, escapando a los peligros de “la peste”, como solían llamar a esa cruel y fatal enfermedad.

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