Читать книгу Ni una boda más онлайн
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–Y este es Pyro.
Una chispa de burla se adivinó en el rostro de la joven, suavizando su exasperación y haciendo que él quisiera decir algo más ingenioso.
–¿Un bombero con un perro llamado Pyro?
–Me gusta pensar que soy listo –repuso Ford–. ¿Y tú eres…?
–¡Violet! –Maisy se abrió paso entre la multitud y la cautivadora incendiaria que tenía delante de él corrió hacia la mujer dueña de la pastelería.
Chocaron en un abrazo y la joven, Violet, comenzó a disculparse mientras Maisy preguntaba si estaba bien. Un comentario sobre si estaba bien y sobre no iniciar un incendio antes de que la conversación se transformara en palabras chillonas que Ford ya no pudo descifrar.
Easton se acercó, vestido con su uniforme de policía. Se saludaron con un gesto de cabeza y Ford le dio un rápido resumen. Dadas las travesuras que habían hecho de chicos, los amigos a menudo bromeaban sobre cómo habían podido terminar del lado correcto de la ley. Tener a su amigo ayudándole en las emergencias era muy útil y siempre que deleitaban al resto de la pandilla con sus historias, hacían lo que hacen los pescadores: con cada relato, las aventuras que tenían se hacían más grandes.