Читать книгу Hay quienes eligen la oscuridad (versión latinoamericana). Cinco mujeres desaparecidas y ningún culpable онлайн

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—Revisé los archivos —dijo por fin.

Confundida, Celia paseó la vista por la habitación y vio todo lo que había hecho. Se sacudió la parte delantera de la chaqueta para componerse y se secó las lágrimas.

—Pensé que... ¿Estuviste trabajando en esto toda la semana?

—No, solo esta mañana. Llegué hace un par de horas.

Hacía tiempo que Rory había dejado de explicar su habilidad para realizar trabajos como este en una fracción del tiempo que les tomaba a los demás. Uno de los motivos por los que nunca había ejercido como abogada era que se aburría a muerte. Recordaba cómo sus compañeros de clase pasaban horas estudiando de libros que ella memorizaba luego de una sola lectura. Y cómo otros tomaban cursos de repaso de un mes como preparación para el examen de habilitación para ejercer la abogacía. Ella había aprobado en el primer intento, sin abrir un solo libro de repaso. Otra razón por la que no ejercía como abogada era que la gente le provocaba una profunda aversión. La idea de discutir con otro abogado por la sentencia de un delincuente de poca monta le erizaba la piel, e imaginarse de pie ante un juez presentando su caso le daba cerrazón de pecho por la angustia. Trabajaba mucho mejor por su cuenta reconstruyendo escenas de crímenes y presentando informes escritos que terminaban sobre el escritorio de un detective.

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