Читать книгу Hay quienes eligen la oscuridad (versión latinoamericana). Cinco mujeres desaparecidas y ningún culpable онлайн

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—¿Te encuentras bien?

Rory volvió a toser y recuperó la compostura.

—Sí. Encontraré la forma de ocuparme de los casos activos si tú te encargas del resto.

Celia asintió y tomó la pila de carpetas de casos pendientes.

—Comenzaré a contactarme con estos clientes de inmediato. —Las llevó a su escritorio y se puso a trabajar.

Rory cerró la puerta del despacho de su padre, se dejó caer en su sillón y contempló las carpetas y las cuatro latas de Coca Diet que le habían servido de combustible esa mañana. Encendió la computadora y se puso a buscar abogados penalistas de Chicago que pudieran tomar los casos.

CAPÍTULO 5

Centro Correccional de Stateville

15 de octubre de 2019

DOSIETE ERA SU ALIAS. LLEVABA respondiendo al apodo tantos años que ya no sabía si se daría por aludido cuando lo llamaran por su nombre real. El sobrenombre se originaba en el número que le asignaron la noche en que llegó y le estamparon en grandes números negros en la espalda de su overol: 12276592-7

Los guardias de la prisión, antes de conocer el nombre de un convicto o el delito por el cual había sido encarcelado, aprendían su número. Este había sido abreviado a los dos números finales “dos-siete” y mutado con los años a lo que la mayoría de los presos y algunos guardias uniformados creían que era su apellido: Dosiete.

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