Читать книгу Hay quienes eligen la oscuridad (versión latinoamericana). Cinco mujeres desaparecidas y ningún culpable онлайн

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Se esforzaba mucho para ocultarle a Thomas la magnitud de su problema. En épocas pasadas, su trastorno obsesivo-compulsivo la había consumido, abrumándola al punto de impedirle funcionar en la vida cotidiana. En los momentos más oscuros, el trastorno la había atado a la necesidad de completar tareas redundantes que su cerebro consideraba necesarias. Y cuanto más intentaba liberarse de esa catarata de tareas innecesarias, más paranoica se volvía creyendo que algo terrible sucedería si cortaba el ciclo de acciones sin sentido. Esa paranoia se alimentaba a sí misma hasta que Angela se perdía dentro de ella.

Sentía ahora que esa succión en su interior volvía a aparecer y comprendió que tendría que domar esta repentina obsesión si no quería tener una recaída. Pero perdía toda voluntad cuando su mente se enfocaba en las mujeres desaparecidas y el hombre anónimo que las asesinaba. Ella creía que podría encontrar una conexión entre las víctimas, aunque todavía no estaba segura de qué haría con su descubrimiento. Informar a las autoridades, tal vez. Pero no quería apresurarse. Adentrarse en el futuro hacía que su mente se entregara a alocadas especulaciones y eso le causaba temor y ansiedad. Si Thomas notaba que otra vez estaba arrancándose las pestañas y las cejas, se imaginaría una recaída, lo que llevaría a que ella tuviera que volver a terapia. Sería el fin de su investigación. No podía permitir que sucediera. Las mujeres que la miraban desde los recortes de periódicos merecían su atención y Angela no tenía la fuerza suficiente como para ignorarlas.

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