Читать книгу Hay quienes eligen la oscuridad (versión latinoamericana). Cinco mujeres desaparecidas y ningún culpable онлайн
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El miércoles era el día en que se recogían los residuos voluminosos y Angela pensaba arrastrar el viejo sofá hasta el callejón para que los recolectores se lo llevaran. Los sándwiches eran su soborno para que los muchachos accedieran a llevarse algo tan pesado.
Comenzó por arrojar las revistas y los periódicos viejos a la basura. Al cabo de diez minutos, había liberado el sofá. Posicionándose cerca de la entrada del garaje, lo sujetó del apoyabrazos y jaló. Como era pesado, el avance fue lento; después de diez minutos, lo tuvo en el callejón. Faltaban cinco metros para llegar a la zona de recolección, pero estaba agotada. Entró en el garaje para recuperar el aliento y las fuerzas.
Mientras respiraba hondo, observó los estantes atestados; sabía que a Thomas no le gustaría que llevara su obsesión por el orden al garaje; le había dicho que solo sacaría el sofá para que se lo llevaran. Pero al ver los estantes tan desordenados, sintió un cosquilleo en los dedos de las manos. Se puso a inspeccionar los objetos y encontró cosas cuya existencia ya no recordaba: vajilla de antes de casarse y decoraciones navideñas que nunca habían utilizado.