Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн
104 страница из 1361
—No mucho.
Esto pareció tranquilizarlo y continuó con más confianza.
—Era lo que pensaba, si puedes perdonar mi… Tengo, como complemento, un pequeño negocio, algo accesorio, ya sabes. Y he pensado que si tú no ganas mucho… Vendes bonos. ¿No es así, compañero?
—Lo intento.
—Bueno, esto podría interesarte. No te exigiría demasiado tiempo y podrías sacarle un buen dinero. Es algo confidencial.
Ahora me doy cuenta de que, en otras circunstancias, aquella conversación podría haber provocado una de las crisis de mi vida. Pero, dado que Gatsby hacía su oferta de un modo poco sutil y sin el menor tacto por un servicio que aún había que prestar, no tuve más remedio que cortarlo en seco.
—Tengo demasiado trabajo —dije—. Te lo agradezco, pero no puedo aceptar más.
—No tendrías que tratar con Wolfshiem —evidentemente pensaba que yo, asustado, rehuía las «coneggsiones» mencionadas durante el almuerzo, pero le aseguré que se equivocaba.
Esperó un momento, atento a que yo empezara alguna conversación, pero me costaba reaccionar, tan abstraído estaba, y Gatsby volvió a su casa de mala gana.