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Dice: Vaya con ella y contemple sus actos, esto es, acompáñese de este amor y mire a aquel que dentro de él encontrará; y en parte apunta algo cuando dice: Allí donde ella habla, desciende; es decir, donde la filosofía está en acto, desciende un celestial pensamiento, en el cual se razona que ésta es operación más que humana. Dice del cielo, para dar a entender que no solamente ella, sino los pensamientos amigos suyos, son abstraídos de las cosas bajas y terrenas.

Luego, a seguida, se dice cuán avalora y enciende el amor allí donde se muestra con la suavidad de sus actos, que son todas sus gracias honestas, dulces y sin altivez alguna. Y a seguida para persuadir más de su compañía, dice: Gentil y hermoso es cuanto en la dama se descubre cuanto a ella se asemeja. Además añade: Y puédese decir que su semblante ayuda; donde se ha de saber que el mirar a esta dama nos fue de antiguo ordenado, no sólo porque veamos el rostro que muestra, sino porque deseemos conquistar las cosas que tiene celadas. Por donde, como por ella se ve mucho de aquello por medio de la razón y, por consiguiente, lo que sin ella parece maravilla, así por ella se cree que todo milagro puede tener razón en más alto intelecto, y, por consiguiente, que puede existir. En lo cual tiene origen nuestra buena fe, por la cual viene la esperanza de desear ante lo visto, y por aquéllos nace el ejercicio de la caridad. Por las cuales virtudes se asciende a filosofar a la alma celestial, donde los estoicos, peripatéticos y epicúreos, por arte de la eterna verdad, concurren acordes en una voluntad.

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