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María. Y por eso está escrito en Isaías: «Nacerá una virgen de la raíz de Jessé y la flor de su raíz subirá». Y Jessé fue padre del susodicho David. Y sucedió que, al mismo tiempo que nació David, nació Roma, es decir, Eneas fue de

Troya a Italia, lo cual fue origen de la nobilísima ciudad romana, como atestiguan los escritos. Por lo que es asaz manifiesta la divina elección del romano imperio para el nacimiento de la ciudad santa, que fue contemporáneo de la raíz de la progenie de María. E incidentalmente se ha de apuntar que cuando el cielo comenzó a girar no estuvo en mejor disposición que entonces cuando de allá arriba descendió el que lo ha hecho y lo gobierna, como aun hoy, por virtud de artes, pueden demostrar los matemáticos. Y el mundo no estuvo nunca ni estará tan perfectamente dispuesto como cuando fue mandado por la voz de un solo príncipe, comandante del pueblo romano, como lo atestigua Lucas Evangelista. Y así, había por doquier la paz universal, como nunca la hubo ni habrá, y la nave de la sociedad humana derechamente, por camino suave, a seguro puerto navegaba. ¡Oh, inefable e incomprensible sabiduría de Dios, que a un mismo tiempo para tu venida tan de antemano te preparaste en Siria y en Italia! Y ¡oh, estultísimas y viles bestezuelas, que a guisa de hombres coméis, que presumís hablar contra nuestra fe y queréis saber, escudriñando y desentramando, lo que Dios con tanta prudencia ha ordenado! Malditos seáis vosotros y vuestra presunción y quien en vosotros cree.

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