Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн
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Estas cosas, lo mismo que se han explicado con respecto a las demás artes, pueden verse en el arte imperial; porque en ella hay reglas que son puras artes, como son las leyes de matrimonios, de los siervos, de las milicias, de los sucesores en dignidades; y en todas ellas estamos sujetos al emperador sin duda alguna ni sospecha. Hay otras leyes, que son como continuadoras de Naturaleza, como constituir al hombre de edad suficiente para administrar, y en esto no estamos por entero sujetos. Hay otras muchas que parecen tener algún parentesco con el arte imperial, y aquí yerra quien crea que el mandato imperiales auténtico en este punto; como la juventud, sobre la cual no se ha de consentir ningún juicio imperial, en cuanto es emperador; por eso aquello que es de Dios, a Dios sea dado. Así, pues, no se le ha de creer ni consentir al emperador Nerón, que dijo que la juventud era hermosura y fortaleza de cuerpo, sino a quien dijera que la juventud es el colmo de la vida natural, que sería filósofo. Y por eso, manifiesto es que el definir la nobleza no compete al arte imperial; y si no le compete, al tratar de ella no hemos de estarle sujetos; y si no estamos a ella sujetos, no estamos obligados a reverenciarle en ese punto; y esto es lo que se iba buscando. Por lo cual, ora ya, con toda licencia, con toda libertad de ánimo, hay que herir en el pecho a las opiniones viciadas, derribándolas en tierra, a fin de que la verdadera por esta victoria mía tenga el campo de la mente de aquellos por quienes esta luz cobra vigor.