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Digo, pues, que cuando el filósofo dice: «Lo que les parece a los más es imposible que sea completamente falso», no quiere decir, al parecer exterior, es decir, sensual, sino el de dentro, es decir, racional; pues que el parecer sensual, según la mayor parte de la gente, es muchas veces falso, principalmente en los sensibles comunes, donde el sentido se engaña frecuentes veces. Así sabemos que a la mayor parte de la gente el sol le parece que tiene un pie de diámetro; y esto es tan falso, que, según las investigaciones e invenciones hechas por la humana razón con sus demás artes, el diámetro del cuerpo del sol es cinco veces y media el de la tierra. Como quiera que el diámetro de la tierra tiene seis mil quinientas millas, el diámetro del sol, que según la apariencia sensual parece de un pie de largo, tiene treinta y cinco mil setecientas cincuenta millas. Por lo cual es manifiesto que Aristóteles no se refería a la apariencia sensual. Y por eso, si es mi intención reprobar tan sólo la apariencia sensual, no repruebo la intención del filósofo, y, por lo tanto, no ofendo la reverencia que se le debe. Y que yo me propongo reprobar la apariencia sensual es manifiesto, porque los que así juzgan, no juzgan sino por lo que perciben de estas cosas que la fortuna puede dar o quitar; que porque ven hacerse los parentescos, los elevados matrimonios, las amplias posesiones, los grandes señoríos, creen que son causas de nobleza, y lo que es más: que tales cosas son la nobleza misma.

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