Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн
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Parecía que el señor Shepherd, con su afán de inclinar la voluntad de Sir Walter hacia un oficial de la Marina, para inquilino, había sido dotado con la facultad de la adivinación, pues la primera solicitud recibida procedió de un tal almirante Croft, a quien conociera poco después en las sesiones de la Audiencia de Taunton y que le había mandado avisar por medio de uno de sus corresponsales de Londres. Según las referencias que se apresuró a llevar a Kellynch, el almirante Croft era oriundo de Somersetshire y dueño de una respetable fortuna, y deseando establecerse en tierra, había ido a Taunton para ver algunas de las casas anunciadas, las que no fueron de su agrado. Por casualidad se enteró de que Kellynch Hall iba a ser desalojado -pues ya Shepherd había predicho que los asuntos de Sir Walter no podrían permanecer en secreto- y, sabiendo que Shepherd tenía que ver con el propietario, se hizo presentar a él con objeto de requerir datos concretos. En el curso de una grata y prolongada conversación manifestó por el lugar una inclinación todo lo decidida que podía ser en vista de que sólo lo conocía por las descripciones. Por las explícitas noticias de sí mismo que le dio al señor Shepherd, podía tenérsele por hombre digno de la mayor confianza y de ser aceptado como inquilino.