Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн
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-Está bien entonces; si no crees que es demasiado tarde para avisar que irás, anda con tu marido. Yo cuidaré a Carlitos. Los señores Musgrove no se ofenderán si yo me quedo con el niño.
-¿Lo dices en serio? -exclamó María con los ojos brillantes-. ¡Hermana, ¡has tenido la mejor idea!, ¡magnífica! Puedes esta segura que finalmente es lo mismo si voy que si no voy, ya que nada soluciono quedándome aquí, ¿estás de acuerdo? Lo único que haría sería cansarme. Tú, que no sientes como una madre, eres la más indicada para quedarte. Tú logras que Carlitos obedezca; a ti siempre te hace caso. Es mejor que dejarlo solo con Jemima. ¡Por supuesto que iré! Pudiendo, conviene mucho más que vaya yo que Carlos, porque está muy interesado en que conozca al capitán Wentworth, y ya sé que a ti no te importa quedarte sola. ¡Has tenido una idea excelente, Ana! Voy a decírselo a Carlos y estaré lista en un minuto. Ya sabes que puedes mandarnos recado en cualquier momento si pasara algo, aunque te puedo asegurar que nada desagradable sucederá. Si no estuviera tranquila del todo respecto de mi hijito querido, no iría; no lo dudes.