Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн

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Le habría gustado saber qué sentiría el capitán al encontrarse con ella. Puede que lo dejase indiferente, si la indiferencia cabía en semejantes circunstancias. Sentiría indiferencia o desdén. Si hubiese deseado volver a verla, no habría esperado hasta entonces; habría hecho lo que Ana no podía menos que creer que ella habría hecho en su lugar, desde mucho tiempo atrás, cuando los acontecimientos le proporcionaron tan rápidamente aquella independencia, que era lo único que anhelaba.

Su hermana y su cuñado volvieron contentísimos de su nuevo amigo y de la reunión en general. Tocaron, cantaron, hablaron y rieron del modo más agradable; el capitán Wentworth era encantador, no había en él ni timidez ni reserva; fue como si se hubiesen conocido desde siempre, y a la mañana siguiente iba a ir a cazar con Carlos. Iría a almorzar, pero no en la quinta, tal como al principio se le propuso, porque se le rogó que fuese a hacerlo en la Casa Grande, y él se mostró temeroso de molestar a la señora de Carlos Musgrove, a causa del niño.

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