Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн
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Catherine, la hermana, se sentó a mi lado en el sofá.
—¿Tú también vives en Long Island? —me preguntó.
—Vivo en West Egg.
—¿Sí? Estuve allí en una fiesta, hace un mes más o menos. En casa de un tal Gatsby. ¿Lo conoces?
—Vive al lado de mi casa.
—Dicen que es sobrino o primo del káiser Guillermo. Que por eso tiene tanto dinero.
—¿Sí?
Asintió.
—Me da miedo. No me gustaría nada que la tomara conmigo.
Esta apasionante información sobre mi vecino fue interrumpida por mistress McKee, que de repente señalaba a Catherine con el dedo.
—Chester, creo que podrías hacer algo con ella —proclamó, pero el señor McKee se limitó a asentir con aire de aburrimiento, y volvió a concentrar su atención en Tom.
—Si pudiera introducirme, me gustaría trabajar más en Long Island. Lo único que pido es que me dejen empezar.
—Hable con Myrtle —dijo Tom, soltando una risotada y aprovechando que mistress Wilson llegaba de la cocina con una bandeja—. Ella le dará una carta de presentación, ¿verdad, Myrtle?
—¿Dar qué? —preguntó, sorprendida.