Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн

630 страница из 1361

—¿Y qué fue de ellos? —preguntó Dorothy, que le había escuchado con profundo interés.

—Como Quelala fue el primer dueño del Gorro de Oro —contestó el Mono—, también fue el primero en imponernos sus deseos. Debido a que su esposa no podía soportarnos cerca, después que se hubieron casado, él nos llamó al bosque y nos ordenó que nos mantuviéramos siempre alejados de Gayelette, cosa que nos alegramos mucho de hacer, pues todos le temíamos.

"Esto fue todo lo que tuvimos que hacer hasta que el Gorro de Oro cayó en manos de la Maligna Bruja de Occidente, quien nos obligó a esclavizar a los Winkies y después a arrojar al mismísimo Oz de la tierra de Occidente. Ahora el Gorro es tuyo, y por tres veces tienes el derecho de imponernos tu voluntad.

Al terminar el Mono su relato, Dorothy miró hacia abajo y vio los relucientes muros verdosos de la Ciudad Esmeralda. Aunque se maravilló por lo veloz del viaje, le alegró también que éste hubiera finalizado. Los extraños simios bajaron suavemente a los viajeros frente a la puerta de la ciudad, el Rey se inclinó ante Dorothy y luego se alejó volando a toda velocidad, seguido por todo su grupo.

Правообладателям