Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн

635 страница из 1361

—¡Debes cumplir tus promesas! —exclamó Dorothy.

Al León le pareció que no estaría mal dar un susto al Mago, de modo que dejó escapar un tremendo rugido, tan feroz y espantoso que Toto saltó alarmado y fue a dar contra el biombo que había en el rincón, haciéndolo caer. Al oír el estrépito, los amigos miraron hacia allí y en seguida se sintieron profundamente asombrados al ver, en el sitio que hasta entonces ocultaba el biombo, a un viejecillo calvo y de arrugado rostro que parecía tan sorprendido como ellos. Levantando su hacha, el Leñador corrió hacia él, gritándole:

—¿Quién eres tú?

—Soy Oz, el Grande y Terrible —contestó el hombrecillo con voz temblona—. Pero no me mates, por favor, y haré lo que me pidan.

Nuestros amigos lo miraron sin saber qué hacer.

—Creí que Oz era una gran cabeza —dijo Dorothy.

—Y yo pensé que era una hermosa dama —manifestó el Espantapájaros.

—Y yo lo vi como una bestia terrible —dijo el Leñador.

—Y a mí me pareció que era una bola de fuego —exclamó el León.

—No, todos estaban equivocados —manifestó con humildad el hombrecillo—. Los estuve engañando.

Правообладателям