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"Fui bajando poco a poco y sin sufrir el menor daño; pero me encontré en medio de una extraña multitud, la que, al verme bajar de las nubes, pensó que yo era un Gran Mago. Claro que les dejé creer tal cosa, porque vi que me temían y por ello prometieron hacer lo que yo les ordenara.

"Sólo para entretenerme y tenerlos ocupados, les ordené construir esta ciudad y mi palacio, y lo hicieron de buen grado y con mucha habilidad. Después, como la región era tan verde y hermosa, se me ocurrió llamarla la Ciudad Esmeralda, y para que el nombre fuera apropiado les puse anteojos verdes a todos los habitantes, de modo que todo lo que vieran fuera de ese color.

—¿Pero no es todo verde? —preguntó Dorothy.

—No más que en cualquier otra ciudad —repuso Oz—. Pero cuando uno se pone anteojos verdes... bueno, pues, todo lo que uno ve parece verde. La Ciudad Esmeralda fue construida hace muchísimos años, pues yo era un hombre joven cuando me trajo el globo y ahora soy muy viejo. Pero mis súbditos han usado anteojos verdes durante tanto tiempo que la mayoría de ellos creen que realmente están en una ciudad de esmeraldas, y por cierto que es un lugar hermoso, donde abundan las gemas y los metales preciosos, así como todas las cosas buenas que se requieren para hacerlo a uno feliz. Yo he sido bondadoso con mis vasallos y todos me quieren; pero desde que se construyó este palacio vivo encerrado en él y no los veo.

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