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Los amigos prometieron no decir nada de lo que acababan de saber y, muy animados, regresaron a sus respectivos dormitorios. Hasta Dorothy abrigaba la esperanza de que "El Grande y Terrible Farsante", como lo llamaba, pudiera hallar el medio de enviarla de regreso a Kansas. Si lo hacía, estaba dispuesta a perdonarle todo.

CAPÍTULO 16

LA MAGIA DEL GRAN FARSANTE

La mañana siguiente el Espantapájaros dijo a sus amigos:

—Felicítenme; al fin voy a ver a Oz para que me dé mi cerebro. Cuando regrese seré como todos los demás.

—Siempre me has gustado como eres —declaró Dorothy.

—Eres bondadosa al querer a un Espantapájaros— repuso él—. Pero seguramente me apreciarás más cuando te enteres de los maravillosos pensamientos que saldrán de mi nuevo cerebro.

Después se despidió de todos con gran alegría y fue hacia el Salón del Trono.

—Adelante —respondió Oz a su llamado.

Al entrar, el Espantapájaros vio al hombrecillo sentado junto a la ventana, sumido en profundas reflexiones.

—Vengo a buscar mi cerebro —dijo con cierta vacilación.

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