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De vuelta a su casa, Jo pareció salir de su pasajera tristeza.

―Me siento más animada. Es cierto que algunos de nuestros muchachos no han resultado como esperábamos. Pero otros, en cambio, como el mismo Nath, han superado nuestras más optimistas previsiones.

―Así es en realidad ―corroboró el profesor.

―Como tú eres quien más mérito tiene en el cambio de Nath, te felicito de todo corazón. Estoy orgullosa de ti, porque lo estoy de él.

―Poco podemos hacer. Sembrar la buena semilla y confiar que caiga en tierra fértil. Es cierto que yo sembré. También lo es que tú vigilaste que las aves no comieran la semilla. Laurie le dio agua en abundancia. De modo que de esta cosecha todos somos un poco responsables.

―En Dan pensé haber sembrado sobre terreno estéril. Ahora confío que fructifique y sus frutos superen los de los demás chicos. Su caso será aún más meritorio.

Jo seguía fiel a su oveja negra, porque las demás iban andando y pastando tranquilamente ante ella.

Al llegar a este punto de la historia el autor siente deseos de ponerle fin de una manera brusca. Un terremoto o una inundación que borrase Plumfield y sus alrededores de la faz de la tierra sería un buen final.

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