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Como es natural entre personas tan amantes del arte pronto» pidieron a Nath que interpretase alguna pieza.

El muchacho no se hizo rogar. En realidad lo estaba deseando.

Su actuación fue magistral. Maravilló tanto por su perfección, que denotaba los indudables progresos realizados por Nath, como por el temple y energía que vibraron en las notas, que parecían impropias del tímido Nath que ellos habían conocido.

Pero es que la vida le había transformado en otro hombre, seguro de sí, decidido.

Lo demostró al dirigirse a los que le aplaudían y felicitaban tras su actuación.

―Permítanme que toque ahora una pieza que posiblemente recordarán, pero que nadie como yo puede recordar con tanto cariño.

Hecho el silencio comenzó a interpretar la melodía callejera que les hizo oír por primera vez el día de su llegada a Plumfield.

Sí; recordaban la canción. Y tímidamente al principio y con mayor seguridad después, cantaron todos aquellas melancólicas estrofas que tan bien expresaban los sentimientos del violinista.

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