Читать книгу Panza de burro онлайн
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El canal estaba un poco más abajo de la venta, justo por la parte de atrás del centro cultural. En el centro cultural fumaban porros los chicos que ya iban al instituto, los kinkis, los llamábamos. A mí me daba mucha vergüenza pasar por delante de ellos porque no sabía cómo comportarme. Isora se conocía todos los nombres de los chicos del centro cultural y los decía como una canción: yeray jairo eloy ancor iván acaymo. Y los saludaba y para ella no había ningún problema con verlos, ella era famosa, tenía una venta, y si no la saludaban a lo mejor la abuela dejaba de venderles el bocadillo chorizo perro y la coca cola de las cinco de la tarde, que era cuando los chicos se juntaban después del instituto a fumar porros y comer bocadillos y hablar por el mésinye cuando había un sitio en los ordenadores del centro cultural, que hacía muy poco que los habían traído. Ya desde lejos la entrada del centro cultural apestaba porro.
En aquella época la policía venía muy a menudo porque decían que en el barrio se movía mucha droga. Juanita Banana nos contó una vez que el hermano le dijo que en el bar de Antonio los hombres se metían droga y yo la verdad no me hacía una idea muy clara de qué era la droga ni para qué servía, pero cuando Isora y Juanita lo comentaban yo decía sí, muchacho, es verdad, hay droga por todos lados.