Читать книгу Lecciones sobre la Analítica de lo sublime: (Kant, Crítica de la facultad de juzgar, § 23-29) онлайн
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Lo «subjetivo» puede y debe persistir como la sensación de sí mismo que acompaña todo acto de pensamiento en su instante, mientras que la síntesis más elemental requerida por el conocimiento, aquella de una aprehensión mínima de datos en una captación instantánea, no es más asegurada por la facultad que tiene eso a su cargo, la imaginación. Si es así, es que a falta de esta síntesis en el orden de la determinación, la falta de la síntesis no es menos sentida en el de la reflexión. Pues para la reflexión, la única síntesis pertinente es la que pone en relación las facultades en juego en el pensamiento. Que en su duelo con la razón la imaginación sucumba, eso se indica en y como un «estado» del pensamiento, eso se siente. Es un pesar.
Tratándose del gusto, la relación entre los compañeros es buena, «bien proporcionada», y «libre», ya que no es sumisa a la legalidad del entendimiento que, por el esquematismo y los principios, obliga a la imaginación a preparar los datos a su subsunción bajo los conceptos. Esta libertad se indica en una lenta emulación recíproca entre la facultad de concebir y la de presentar, sin que la primera deba poder llevarla por un «aburrido» (82; 85) exceso de orden (de geometría, por ejemplo), ni la segunda por una fantasía a tal punto desenfrenada que ella escaparía a toda finalidad subjetiva (80-83; 82-84). Esta disposición eufónica (para retomar el motivo de la Stimme) es examinada en el análisis del gusto desde el punto de vista de la relación, que aquí es la finalidad (63-76; 58-77). Esta finalidad es subjetiva en su puesta en relación de los componentes del pensamiento de lo bello, es decir la imaginación y el entendimiento, de manera de sugerir su acuerdo. Es sólo así, lo repito, que un «sujeto», un sujeto uno, es prometido.