Читать книгу Lecciones sobre la Analítica de lo sublime: (Kant, Crítica de la facultad de juzgar, § 23-29) онлайн
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Que la relación de las facultades en juego en el sentimiento sublime, la imaginación y la razón, sea al contrario cacofónica, no cambia en nada la disposición general que sitúa toda la estética del lado de lo «subjetivo» o del juicio reflexionante. Simplemente el sentimiento parece deber ser allí lo inverso de lo que es en el gusto, ya que lo que se experimenta en lo sublime no es la buena proporción en el juego de las facultades que allí están en ejercicio, sino su desproporción e incluso su inconmensurabilidad, «un abismo, Abgrund» las separa, que «aterroriza» y «atrae» la imaginación (97; 163), mandada a presentar lo absoluto. Será la paradoja del análisis de Kant (que sigue aquí muy de cerca, no importa lo que diga, aquello que Burke ha hecho del delight) encontrar en esta cacofonía una eufonía secreta, de rango superior (aquí 5).
Sin embargo, también los compañeros habrán cambiado. La razón vendrá a reemplazar al entendimiento en el desafío lanzado a la imaginación y es por eso, exactamente, que una distinta finalidad podrá revelarse en las ruinas de la concordancia de las facultades hechas por el placer de lo bello. Pues es gracias al cambio de compañero de la imaginación que un conflicto, que no aparece en primer lugar sino como «matemático», en el sentido de la Antitética de la primera Crítica, puede transformarse en un conflicto «dinámico». De un conflicto en que la reflexión expulsa ambas partes, espalda contra espalda, por un doble No: usted no tiene, ni una ni otra, ninguna legitimidad de pretender lo que pretende. Así se pasará a un conflicto en que ella los acreditará a ambos por un doble Sí: la imaginación está justificada en esforzarse en presentar lo impresentable y a no poder lograrlo; la razón tiene razón en exigir de ella este esfuerzo vano, ya que la razón es aquí práctica y la Idea a presentar es la causalidad incondicionada, la libertad, que requiere constitutivamente su efectuación presente pero que, también, constituye el «destino» supremo del espíritu (aquí 7,4 sq.).